Merece la pena (por Teleret)

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Merece la pena (por Teleret)

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Merece la pena (por Teleret)


Don Altabix entra en el bar. Con la mirada comprueba que su sitio de siempre está libre. Los años y la jubilación le han hecho un poco quisquilloso. Afortunadamente, su sitio está libre. Satisfecho, avanza entre las mesas, con el orgullo de quien se sabe reconocido. Oye los comentarios: “Mira, ahí está Don Altabix”, “Xe, que templat que esta”. Responde a los saludos de dos o tres parroquianos, con un gesto de la cabeza, y finalmente se sienta.

-Angelín, ponme una caña y un plato de almendras-dice con su voz de bronce.

Angelín, el dueño del bar, ya tiene la caña tirada y un plato de almendras preparado. “Son muchos años para que cambies de costumbres, ¿verdad, viejo?”, piensa, con una sonrisa en la mirada.
Sale de la barra y le sirve el aperitivo a Don Altabix, que, como siempre, está mirando la foto de la final.
Angelín aguarda a su lado, paciente. Lentamente, Don Altabix se gira, y mira muy serio a Angelín:

-¿Tu crees que si no hubiese jugado Serena desde el principio habríamos ganado?

A la cabeza del camarero acuden las imágenes del autobús, la emoción de la salida, la primera vez que salía de Elche. Las pancartas y la gente saludando por las calles. Aquel estadio tan grande y tan lleno. Y su padre, extremeño, pero que le metió en el corazón al maldito club. Su padre llorando en silencio cuando pensaba que estaba dormido.

-Si yo era muy pequeño y casi ni me acuerdo, Don Altabix, qué se yo.

Don Altabix sigue mirando por un momento a Angelín, sonríe amargamente:

-Ya- y suspira mientras mira hacia las mesas y toma el vaso.

Angelín lo observa durante un instante, sintiendo el cariño que el hombre le inspira, al recordar lo que fue el club. Pero la insistente voz del albañil que le recuerda que le había pedido un gintonic le hace volver a la realidad, y vuelve detrás de la barra.

Don Altabix atiende a la partida de sarangollo de la mesa de al lado, mientras espera a su compañero de tertulia.

-¿Con eso querías tú retruc? ¿Con eso? Arrea a cagar hombre…- el Bobby, como siempre, hace ver que sabe más de lo que sabe de sarangollo, gritando y criticando a su compañero.

El viejo, se sorprende al pensar lo mucho que dice de una persona el cómo se juega al sarangollo. Recuerda cómo vio crecer y formarse a este jugador. Cómo lo llevó su padre a probar con el juvenil. El día que debutó con el Tano. Y finalmente cuando debutó con el primer equipo, en primera.
“Antes nos traían a los chavales hasta desde Cartagena. Y nadie hasta Valencia nos los podía quitar. Qué salto nos hizo dar Díez Iborra, al crear el Juvenil. Se pegaban por entrar en el Elche. Soñaban con jugar en el Elche. Así era como sentían luego los colores y se dejaban la piel en cada partido”. Y en medio de esta reflexión es cuando entra El Nuevo en el bar, con las llaves del todoterreno en la mano, el pelo engominado y las gafas de sol aun puestas. Sonríe al encontrar al viejo en el sitio de siempre y avanza a largas zancadas hacia él, evitando las miradas de algunos parroquianos. Seguro que le echaran las culpas de la última derrota en liga, piensa.

-¡Angelín, lo de siempre!- dice mientras cuelga la chaqueta cuidadosamente en el respaldo de la silla.
-¿Y qué era lo de siempre?- Angelín, que también está escocido por la derrota, que además fue en casa e hizo mala caja, le da un escarmiento que no pasa desapercibido para la mayoría de los parroquianos, que se miran sonriéndose. Suena la carcajada socarrona del Bobby.
-Pues una copa de Rioja, coño, qué va a ser. ¿Qué pasa, que los lunes no enciendes la neurona?- dice mientras toma asiento, sin levantar la voz más que lo necesario. Cuando mira a su compañero de mesa, encuentra esa mirada burlona y orgullosa. Con la excusa de coger una almendra, baja la mirada.





-¿Qué hay, viejo?
-Bueno, se acabó la imbatibilidad en casa…-dice remarcando la palabra imbatibilidad, dejando el final de la frase en el aire.
-No se pueden ganar todos los partidos, hombre, no pasa nada.
-Pues como se os acabe la racha de casa y sigáis con la de fuera, adiós a primera…
-Lo importante es que el equipo sigue respondiendo, peleando cada balón. La actitud es lo que importa.
-¿Actitud? Pero qué actitud va a haber. Los jugadores hoy no sienten los colores, van a por el dinero.
-Ya estamos con que si la abuela fuma…
-Que hay que gastarse los duros primero en la cantera, hombre. ¿No lo ves? Así se hace grande a un club, desde abajo.
-Ya, y por eso vosotros tuvisteis que fichar a uno de fuera para que el equipo subiese a primera, a Cesar.
-Cesar nos dio la guía de trabajo, los planos. Pero la materia estaba aquí en Elche. Mira al Caco Quirant, si estuvo años jugando, si fue un ejemplo para todos… ¡y sigue siéndolo! Mira a Marcial, mira a Lico, mira a Asensi…
-¡Xe! ¿Pues no se fueron esos tres fuera por las pelas?
-Pero es distinto, nene, ¿no lo ves? Esos se fueron a grandes, a grandes. Y con ese dinero nos pudimos mantener sin deudas mucho tiempo. Con ese dinero te pagamos a ti.-Y casi al momento, Don Altabix se arrepiente del golpe bajo.

-¿Pero tú también me vas a echar a mí las culpas? El fútbol cambió y no nos supimos adaptar.
-No es eso, no es eso… -Don Altabix suspira. Los jóvenes, siempre tan fogosos, con tan poca paciencia- …perdimos nuestro estilo. Hemos estado perdidos-dice, en un tono conciliador.
-¿Estilo? Vendimos demasiado, fichamos caro y mal.
-Antes ahogábamos al rival. Nos lo comíamos. No parábamos ni un momento. Mordíamos. “Toques cuiro o toques carn”, como decía el Caco, como hacían Iborra o Llompart. Y luego teníamos a Romero, o Curro, o Marcial, o Asensi, o Vavá… que eran el salto de calidad que hace falta arriba.
-Pues ahí tenemos nosotros a Trotta, a Benja, a Unai, a Alfredo, para repartir estopa. Y a Rubén, Nino, Luis Gil y compañía arriba para…
-Pero, ¿me quieres escuchar? No te estoy hablando de si el equipo va bien o mal. Te estoy diciendo que hay que empezar desde abajo, con los mas jóvenes.
-Que sí, que sí, que va bien la cosa, hombre. El “B” ya está casi en puestos de ascenso, y el juvenil va a ganar la liga y ascender, ya lo verás. Y de los más pequeños, ganamos la liga casi con todos y…
-¡Que no es eso, fotre! La cantera sirve para lo que sirve, para dar buenos jugadores. Lo de ganar y subir, ya vendrá. Hay que trabajar desde ahí. ¿Cómo está lo de la ciudad deportiva?
-Ah, sí… el presidente dice que esta misma semana lo tiene cerrado.
-Lo mismo que la semana pasada y la otra…
-Que no, xe. Que ahora mismo cierran el trato.
-Si tú lo dices…
-Que sí, viejo, tu fes-me cas.
-Bueno, xe, me tengo que ir. De lo de la cantera… has sentit el tro?
-Pero mira que os ponéis pesados… que sí hombre que sí.
-Pos arreplega la canya. Me voy.
-Venga, Don Altabix, a cuidarse, eh?

El Nuevo se queda mirando al viejo irse, ante la copa que Angelín le ha dejado silenciosamente, intacta. Ve a Don Altabix, cargado de años y recuerdos marchar del local. Ve tras si el recuerdo de una epoca gloriosa. Cuando el Elche era siempre un duro hueso de roer, sobre todo en el viejo estadio. Ve con los ojo de su antecesor a Romero acariciando el balón con su zurda de seda, gambeteando jugador tras jugador. Ve el carisma que envolvía a Pazos. Ve la elegancia innata de Marcial. Ve la agresividad y el pundonor de Vavá. Ve al público volcado con su equipo, encima del árbitro y del rival. Ve a los jugadores de la Cooperativa repintando ellos mismos el estadio.








Se mira en el cristal de la foto de la final de la Copa. Por encima de Araquistain, Serena, Curro y compañía, se ve a sí mismo. Ve las alegrías, del ascenso contra el Bilbao Athletic. Ve a Miguel, dueño de la portería tantos años. Ve a Leguía mandando en el centro del campo, a Bracun marcando la diferencia, ve a Claudio, un joven aun con un futuro por delante, que la rompe. Ve las cicatrices del día del Cádiz, del duro descenso y peregrinaje por segunda B. Ve la decepción del día del Córdoba, trocada en alegría días más tarde. Ve la alegría del retorno a segunda. Ve con orgullo como han crecido Nino o Benja. Ve lo bien que en el fondo están yendo las cosas este año, porque al fin y al cabo, hay un plan. Al fin y al cabo, estamos adquiriendo un estilo… recuperando un estilo, se corrige. Y un pensamiento aflora, y brota desde sus cuerdas vocales:

-Merece la pena… merece la pena.

Don Altabix, mientras se aleja del bar, murmura:

-En efecto, merece la pena.


Teleret
Saludos del equipo de Punto Deportivo.

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